Atlántida 1958-60
La iglesia de Atlántida asombra por su sencillez y complejidad. Sencillez por el uso de un solo material para realizar el piso, las paredes y la cubierta: el ladrillo, un material ligado a la tierra, para este pueblo de agricultores. El ladrillo está trabajado con su menor espesor con forma de bóvedas laminares de doble curvatura. La estructura trabaja como la cáscara de un huevo. Su complejidad deriva de las dobles curvaturas de las paredes cónicas y su encuentro con la cubierta de bóvedas. La luz penetra por la fachada dirigida al norte a través de unos mármoles delgados, los perforaciones con vidrios de colores en el techo y las paredes caracterizan el espacio interior. La economía de materiales y el trabajo artesanal de los albañiles uruguayos logran el resto.
Dice Dieste: “Yo creo que lo que debemos procurar es eso: dentro de lo posible, resistir con forma, y no con acumulación de material, porque es lo que supone un respeto por el material y un respeto por el prójimo, en último caso, que es el que ha hecho el material”.
(reseña Arq. Daniel Rizzo)
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